Poetas en Paterna

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Los poetas participantes en el encuentro frente a las puertas del Palau

Por Alberto Morate

El tiempo se detuvo en Paterna cuando más de 40 poetas venidos desde toda la geografía española, visitaron con delectación esta localidad de la Huerta de Valencia, con el encanto de sus Cuevas, de la Torre, consideradas Bien de Interés Cultural, y El Calvario, antiguo Alcázar musulmán y cristiano, que es donde se recitaron poemas, se cantaron canciones y se aunaron al unísono las campanas cercanas.

Nos recibieron con gran amabilidad y simpatía, el párroco Juan Antonio Cabanes de la Iglesia de San Pedro, Bien de Relevancia Local, que nos mostró y nos contó las pinturas y esculturas que posee el sagrado lugar, haciéndonos sentir la pasión y belleza del templo, las imágenes del Santísimo Cristo de la Fe o de San Vicente Ferrer, por poner dos ejemplos. El concejal de bibliotecas, Roberto Usina, que nos acompañó en todo momento, tanto en el recorrido como en el recital posterior, así como Carlos de la oficina de turismo, explicando en qué consiste la gran Cordà y que estuvieron al tanto de todas nuestras necesidades y preguntas. Pudimos visitar una de las Cuevas, viviendas excavadas que se encuentran alrededor de la Torre, y entramos precisamente en la cueva en la que se rodaron algunas escenas de la película de Pedro Almodóvar, Dolor y Gloria.

Todo esto gracias a las gestiones de Esther Martínez Carne, poeta participante y vecina del lugar que propició Paternacomo una de las sedes del X Encuentro de Poetas, en homenaje a Miguel Hernández, organizado con esfuerzo y cariño por José Romero, presidente de la Asociación Cultural La Platea, con ubicación en Quart de Poblet.

Los versos sonaban como fragmentos desgajados del viento, en plena urbe de Paterna, destino necesario para estos poetas insomnes que despertaron a la luz abierta de su patrimonio histórico y artístico.

Susurrando cerca el río Turia, desvelándonos la historia de la localidad en su esencia, en este X Encuentro Internacional de Poetas, Paterna se nos descubre persuasiva, ávida de poesía, donde caben los amores truncados y permanentes, a los recuerdos de madres y padres, a la paz y a los sentimientos, a la vida y a la muerte, a la libertad y a la vida.

Paterna ya no es solo una referencia en nuestra experiencia, ahonda en nuestros corazones, desata nuestra curiosidad, nos da el aliciente para volver de modo particular ante el asombro de sus atardeceres y la entrañable acogida de sus habitantes. En sus retenidas cuevas de piedra y corazón, en su majestuosa Torre de infinita espera, en su Calvario de latido de existencia, en sus iglesias de misterio y devoción sentida.

Gracias, Paterna, la poesía se siente bien acogida.

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