En estos tiempos de crisis a uno le vienen a la cabeza distintas formas de ahorrar, de suprimir caprichos no necesarios y un largo etcétera para sobrevivir al “merder” económico en el que nos han metido tanto los mercados financieros como el Gobierno de este país y la dejadez de su oposición. Y en ese intento de encontrar soluciones milagrosas que nos permitan llegar a fin de mes, también acude a la memoria situaciones vividas de cerca que me irritan de manera especial. Me refiero a la mentalización (no hay mas huevos) de aquellas personas que siguen queriendo lo mismo o más que antes porque al parecer no van con ellos los tiempos que corren o nos hacen correr.
Hace algunos años escuché a una madre contar cómo su hija de 16 años seguía empeñada en unos Levi´s Strauss porque sí. Y su pobre, o tonta madre, que se dedicaba a limpiar escaleras se buscó un patio más los sábados por la mañana para que su hija no se quejara y tuviera su capricho sin el cual podría entrarle el “telele”adolescente. Y se los compró. Y si llega a depender de mí la niña se come los vaqueros sin masticar.
Esto que he pensado siempre, me vale para cualquier edad y cualquier estatus. Imagínense lo que pensaré ahora con la reducción de sueldos y la congelación del ánimo laboral.